por Andrés Fisher
xI.
Raro destino: conocer la finalidad con el fin de la obra. Una poesía que reconoce en la palabra a su materia y la exalta al tiempo que la pone en duda. La hace cimiento y luego la fragmenta y la deconstruye consciente de que palabra tras palabra se borda el sinsentido. Consciente también de abrir un amplio espacio significante en el que cabe la amalgama de elementos de que se compone el ser: y su trasvase a la palabra, capaz de sostener arquetipo y metodología: huellas de los antípodas de la conciencia y Razón: "Sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor, poema es esto, y esto y esto". (J. Larrea).
xxII.
Porque la relación poesía-vida va mucho más allá de la mera anécdota personal, figurativa o descriptiva: más allá de la denotación pasiva de acontecimientos literales. Consciente entonces, de que "somos en el lenguaje" (Maturana & Varela) el espacio poético abre su campo comunicativo admitiendo a todo el espectro de lo humano mediante un lenguaje consciente de sí mismo que es el que ha marcado los derroteros del arte contemporáneo y su trayecto por el siglo que acaba. Un poema es hijo de sí mismo: cimentado sobre aquello que no es, se constituye en objeto locuaz. O en versos de Haroldo de Campos: "mensurado geómetra / el poema se piensa / como un círculo se piensa en su centro".
x
III.
III.
La dislocación, la desmembración y la fractura. La puesta a prueba de la sintaxis en busca de una coherencia que aglutina hebras al borde mismo de las desintegraciones. Si habitamos una época en que "el hombre ha compuesto su propia figura en los intersticios de un lenguaje fragmentado" (M. Foucault) no ha de extrañarnos una poesía que se solace en la ftactura de la palabra concebida materia y en la dislocación del lenguaje asumido arquitectura. Trasvase amplio de la propia mitología y el deber ético de dudar de ella (N. Mejlszenkier) como elemento básico que en el proceso constante de afirmarse y negarse vaya dejando trazas: fragmentos, incluso signos de alfabetos sin sonido, que sean indicios de los territorios del ser donde se sustenta la obra. La letra no existió hasta ser escrita... La lengua cantó lo que, de no ser Verdad, merece serlo.
xIV.
No son estos textos de Antesala o Compulsa los más representativos de los trabajos de del Pliego en estos últimos años. De hecho, constituyen exentos de una obra más amplia: Alcance de la Mano, en período de terminación, de la cual quedaron descartados por su narratividad o por la cristalización inusual de sus fracturas... aunque sin embargo mantienen un cierto tono común. Así, una poesía que va encontrando su sentido en el proceso de construirse intentando ser quién desea nuestro ser y luego en cada interacción individual donde: "El ojo lava su párpado confuso al borde de la duda" (J. Larrea).
x
Las frases en negrita corresponden a fragmentos de textos de J.B. del Pliego.
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