martes, 15 de enero de 2008

POESIA DE FIN DE SIGLO.

Por Julián Gutiérrez

“En fin de siglo escribiremos / y este oficio minúsculo nos devolverá al mundo” (Isabel Gómez)
aMás que un catálogo de textos o colección de autores, toda antología busca constituirse en obra facultada para realizar un corte (lo menos sangriento) en la historia de una literatura. Por eso se le exige ser una entidad discursiva coherente, fundada en lineamientos ideológicos y didácticos, y con capacidad de ampliar o reafirmar el canon literario.

Antología de poesía chilena periodo 80 – 2000, asume el riesgo. A través de una edición de 118 páginas y de cuidado diseño, nos entrega una muestra poética que representa el transcurrir de dos décadas y un campo diverso de 16 voces ramificadas en la frondosidad del árbol poético chileno. Los autores incluidos corresponden a: Mario Meléndez (Linares, 1971); Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967); Mercedes Gamboa (Santiago, 1967); Boris Durandeau (Santiago, 1967); Armando Roa (Santiago, 1966); Sergio Ojeda (Puerto Natales, 1965); Pavella Coppola (Santiago, 1963); Bernardo Chandía (Santiago, 1965 – 2001); Sergio Rodríguez (Santiago, 1963); Victor Hugo Cárdenas (Castro, 1962); Cecilia Palma (Santiago, 1962); Isabel Gómez (Curicó, 1959); Juvenal Ayala (Iquique, 1959); Reynaldo Lacámara (Santiago, 1956); Amante Eledín (Santiago, 1956); Arturo Volantines (Copiapó, 1955).

La mirada implícita que estructura la muestra se concentra en la producción poética que transcurre y se despliega a lo largo de casi todo Chile durante las dos últimas décadas del siglo XX. Poesía que emerge y se desarrolla entre el ocaso de la dictadura y las postrimerías de la transición democrática. Por ser esta una época de dispersión, no hay en esta obra la presencia fisonómica de una generación o corriente literaria, sino más bien “un recuento de estilos y corrientes que cada década fue sumando a su causa”. De los autores aquí incorporados, destaca la expresión directa e insólita de Mario Meléndez; el escepticismo y el oficio ecléctico de Armando Roa Vial; el brío crítico y punzante de Bernardo Chandía; el acento testimonial y conmovido de Sergio Rodríguez; la voz íntima y conceptual de Isabel Gómez; y el decir arraigado y sorpresivo de Arturo Volantines.

Más allá de polémicas, consecuencia del acto de selección que arroja importantes exclusiones, esta antología tiene el valor de mostrar un pedazo de nuestro vasto y diverso país, anclado en la complejidad de su historia finisecular. Sus páginas reflejan una concurrencia de voces entramadas que describen una región y dan cuenta de una zona de nuestra república poética. Cada autor aquí representa un sentir y una mirada, una dicción que engendra y aglutina conciencia, atraviesa nuestra memoria y se detiene en la “esquina del dolor” para decirnos (a los que estamos y a los que se han ido): “la poesía / era nuestra existencia, / buscar un mundo utópico / con los ojos y la piel entregados / al ocio de los sentidos / y eso lo hicimos amando al mundo...”
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