lunes, 22 de febrero de 2010

RELACIÓN DE ANDRÉS FISHER


La más reciente entrega poética del cosmopolita Andrés Fisher (Washington DC, 1963) es un volumen de pequeño tamaño, compuesto de poemas de gran brevedad y métrica variable, que van desde la rigidez del haiku hasta la libertad del versículo. A pesar de su brevedad, estos poemas encierran un mundo poético rico y complejo que remite a una amplia tradición. Relación es una obra que muestra la capacidad de su autor para condensar lecturas y vivencias, y verterlas en versos contenidos, de palabra justa y emoción mesurada. El libro es, como el título indica, una relación de lecturas, de pensamientos, de instantes vividos y lugares visitados. El tono con que el poeta reelabora todo este material es íntimo, como el de una voz interior. Sin embargo, el lector no se siente excluido. Más bien, nos sentimos partícipes de su mirada, tamizada por una suerte de paz que mezcla con sabiduría y algo de ironía: “Cuarenta años:/ consciente de la idiotez/ propia y ajena” (41).
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Desde el punto de vista literario, la intertextualidad es uno de los rasgos que caracterizan Relación, lo que se hace evidente a través de los títulos de algunos de los poemas y dedicatorias. El libro, que contiene un total de 41 poemas, se abre con una serie de nueve composiciones, todas ellas tituladas Variaciones..., si bien el texto al que remiten cambia. La referencia intertextual es en ocasiones a obras canónicas y antiguas, como en el caso de Variaciones y anotaciones sobre fragmentos de La Ilíada, de Homero, o Variaciones y anotaciones sobre el primer Nueva crónica y buen gobierno, de Guamán Poma de Ayala; y otras, a autores contemporáneos del autor como en Variaciones sobre un poema de Guadalupe Grande o Variaciones sobre un poema de Oscar Hahn. Otras referencias mencionadas a lo largo del libro, incluyen autores tan dispares como Jack Kerouac, Basho, Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, Alonso de Ercilla o Allen Ginsberg, entre otros. En Relación encontramos también la serie Castilla, compuesta por 12 poemas de clara huella machadiana. La impronta de Antonio Machado es evidente en la mirada profundamente lírica y sobria hacia el paisaje, que se manifiesta en versos como los siguientes: “El trigo ya cubría estas lomas antes de que hubiese quién lo escribiera” o “Donde antes fue la bestia hoy es el motor, mientras el hombre es el mismo que siembra, cosecha y muere”. Como muestran estos escuetos versos, la contemplación del paisaje desemboca en la reflexión sobre el paso del tiempo y la existencia humana. Esto, sin ser nada nuevo, no suena a cliché poético en Fisher; antes al contrario, el poeta parece evitar el exceso verbal y los adornos para articular un tono reflexivo que dice lo esencial, e invita al lector a sacar sus propias conclusiones: “Playas desiertas, hablar poco/ dejar al mar y a la vida hacer su trabajo”.
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En este sentido, los poemas de Relación, que en su mayoría constan de tan sólo tres o cuatro versos, satisfarán a quienes gustan de una poesía minimalista, en que la palabra se destila en aras de una forma esencialde expresión poética. Podríamos incluso relacionar la escritura de Fisher con la llamada “poesía pura” juanramoniana. Resulta significativo el homenaje a Basho en los meditativos haikus, aunque Fisher actualiza audazmente esta forma poética: “Palomas comen/ el pienso de los gatos:/ calles de Madrid”.
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Los poemas finales del libro son quizá los más experienciales del conjunto, nacidos de la vida cotidiana del autor y de sus viajes, desde la montañosa Carolina del Norte, donde reside y donde transcurre su existencia de profesor universitario en Appalachian State University, al Madrid en el que pasó gran parte de su juventud tras dejar atrás el Chile en que creció. El carácter profundamente viajero de este poeta se deja ver en su capacidad para absorber fuentes y estilos literarios de diversa procedencia que logran en su escritura una fusión de influencias y voces que, lejos de discordar, se integran armónicamente, uniéndose a la suya propia. Entre estos poemas finales encontramos Erosión, una reflexión sobre el desgaste de la existencia. Todo cuanto existe se desgasta, nos dice el poeta, desde lo sublime hasta lo nimio: “Se erosiona el canto de un ave cuando próxima la muerte, pierden sincronía: abandonan la precisión los músculos de su aparato fonador”. Esta referencia a la naturaleza efímera del arte y de la vida contrasta con estos otros versos: “Se erosiona la tela de los vaqueros junto a las costuras de entre las piernas: adelgaza, se deshilacha y finalmente cede, abriéndose la brecha”. Al equiparar el canto de un ave moribunda con el deterioro de sus pantalones vaqueros, el poeta obliga al lector a reevaluar sus ideas acerca de qué es poético y qué puede no ser objeto de poesía. Por ello, estos poemas nos recuerdan que lo aparentemente banal, lo pequeño, lo que suele pasar inadvertido, es casi siempre trasunto de algo importante. Del cisne moribundo a la ropa que nos cubre, todo cuanto nos rodea está sujeto a la tiranía de la existencia y por tanto, a la certeza de una eventual desaparición. En definitiva, Andrés Fisher demuestra con sus poemas que, ya sea en un campo castellano cultivado de trigo, en una carretera poblada de vehículos, o en nuestro sillón favorito, mientras releemos una obra maestra de la literatura, siempre estamos en presencia del misterio de la existencia ante el cual no hay respuestas. Afortunadamente, su palabra poética está ahí para indagar en las preguntas y dejar constancia de todo ello.
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María Paz Moreno*
University of Cincinnati (Ohio, USA)

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