La contracultura no es un
concepto inmóvil carente de cuerpo. Por el contrario, se encarna en personas,
prácticas y acciones específicas. [...] La resistencia tiene varias perspectivas: ecológica,
literaria, política, vital o estética. Oponerse a la cultura dominante que
homogeneiza, uniforma y estandariza es un acto de resistencia y sobrevivencia.
La autonomía anárquica es antimilitarista y biocéntrica, por eso busca su razón
de ser en la naturaleza. El respeto por todas las criaturas vivas es una praxis
de coexistencia que tiende a anular la dependencia y la inconsciencia. Una
mirada conciente busca formas de autosostenimiento holístico, privilegiando una
visión libertaria interconectada al mundo y al cosmos. El control y la
administración de la vida asfixian y entristecen, desarrollando una cultura de
la muerte. El movimiento contracultural sigue activo y no se detiene. Así, por
ejemplo, el 14 de junio de este año habrá en Eugene una revuelta de apoyo a los
presos políticos Free y Critter, mientras que entre el 20 y el 25 del mismo mes
habrá una protesta masiva en Sacramento (California) contra la administración
de la hambruna mundial, representada por los expertos y capos monoculturales de
la OMC. En Cancún, México, esta ola libertaria se hará presente para cerrar la
cumbre de la OMC, mientras que en Miami habrá mitines para detener el avance
del plan ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas). La contracultura es
una forma de ser—que está viva en cada uno de nosotros—y una práctica
permanente. Los nombres de sus protagonistas varían, porque el mundo lo
constituimos todos, simultáneamente. La conciencia se revitaliza cada vez que
dudamos del escenario impuesto y de sus narrativas. Y por suerte, esa duda nos
hace creer en nuestras propias historias personales.
Fragmento del artículo: "Paz, Amor y Anarquía. Hitoria Personal de la contracultura norteamericana", escrito por el poeta chileno Jesús Sepúlveda en Eugene, el 18 de mayo de 2003.FUENTE
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